Lameo: una técnica ancestral de cultivo de quinua
04-10-2019 | di COOPI

Lameo: una técnica ancestral de cultivo de quinua

La experiencia de COOPI en Bolivia ha demostrado que las actividades agrícolas tradicionales están estrechamente vinculadas a la gestión de la tierra y la reducción del riesgo. Una buena planificación permite una producción suficiente incluso en presencia de inundaciones y, de hecho, al explotar las propias inundaciones, canalizarlas para el cultivo.

Otra lección aprendida se refiere a los cultivos tradicionales, como la quinua, que todavía da testimonio del fuerte vínculo entre el pueblo Chipaya y la Pachamama.

La quinua es una de las pocas especies herbáceas que pueden sobrevivir en la meseta boliviana, donde la precipitación anual varía de 200 a 400 mm y existe un amplio rango de temperaturas entre el día y la noche (con máximos anuales de 20° y mínimos de -15°), a lo que se suma la alta salinidad del suelo, lo que lo hace inadecuado para la mayoría de las plantas comestibles.

Trillado de quinua

A lo largo de las generaciones, la comunidad Chipaya ha desarrollado una estrategia agronómica sofisticada y efectiva, que a lo largo del tiempo le ha permitido mejorar significativamente la estructura y fertilidad del suelo, la técnica de Lameo, que COOPI está profundizando, en colaboración con el Departamento de Agronomía de la Universidad Técnica de Oruro, con el objetivo de estudiar las propiedades beneficiosas de esta práctica en el suelo agrícola.

La técnica de Lameo. Una tradición milenaria

La práctica del lameo permite crear un ambiente propicio para la flora acuática, a través de una densa red de canales, pequeñas presas y barreras, las chacuas, dejadas abiertas, para permitir un lento reciclaje del agua en su interior.

Después de este período, la red de canales se cierra y el agua corre lentamente hacia abajo, dejando al principio un terreno pantanoso y luego apto para la siembra. Este tipo de agricultura se remonta al barbecho: de la tierra donde se recolecta la quinua, reaparece la vegetación espontánea de la pradera, que se destina al pastoreo durante los próximos tres o cuatro años, durante los cuales se practica el lameo.

La técnica de inundación de los campos permite tanto erosionar la sal presente en el suelo como aumentar su fertilidad: el agua de los ríos Lauca y Barras es rica en residuos orgánicos y microorganismos que, al establecerse en el suelo, aumentan el porcentaje de materia orgánica, así como la proliferación de organismos, como algas y bacterias, capaces de almacenar carbono y nitrógeno atmosférico, macronutrientes esenciales para la estabilización de la materia orgánica y para la fertilidad del suelo.

Inundación de los campos

Este proceso tradicional es el resultado de una estrategia de resiliencia y adaptación que ha permitido al pueblo Chipaya mantenerse durante siglos y que ha dado como resultado un suelo mejorado en sus características químicas, bioquímicas y físicas.

El compromiso de COOPI en Bolivia como parte del proyecto "Chipaya: recuerdos de agua y viento. Hacia nuevas formas de resiliencia comunitaria” financiado por la Agencia Italiana de Cooperación al Desarrollo (AICS) y que finalizará en febrero de 2020, tiene como objetivo específico la mejora de la gestión del patrimonio cultural y socio-ambiental del pueblo Chipaya, como elementos clave de su naturaleza resiliente. 

Un agradecimiento especial a Giovanni Matranga, estudiante de la Universidad de Turín, Master en Agroecología por la colaboración.