Guatemala combina una alta exposición al impacto de fenómenos naturales con complejas tensiones socioeconómicas y políticas y una pobreza endémica.

El cambio climático, las sequías prolongadas, las deficiencias institucionales sistémicas y la corrupción agravan las vulnerabilidades existentes, lo que provoca un aumento de la migración forzada, la inseguridad alimentaria y los riesgos de protección. La pandemia de COVID-19, además de generar sus propios escenarios de necesidades, ha exacerbado las crisis existentes y ha aumentado el número de personas con necesidades humanitarias.

Desde 1973, COOPI interviene para ayudar a las comunidades más afectadas por los desastres y la inseguridad alimentaria y nutricional, promoviendo su resiliencia a los efectos del cambio climático.

Gracias a sus actividades, apoya a las autoridades locales en la elaboración de planes de gestión de la inseguridad alimentaria, fomentando la participación de la sociedad civil y de los grupos más marginados, como las mujeres y los jóvenes. Asimismo, implementa acciones de reducción y mitigación del riesgo de desastres mediante la preparación de las comunidades más expuestas y el fortalecimiento de las capacidades institucionales para la gestión de riesgos.